domingo, 27 de marzo de 2011

Un monólogo y el río

A veces deseas con el corazón tener más de lo que has obtenido y lo peor del caso que unos tantos desean por lo menos tener lo que tú has desechado, por muy corto que sea el tiempo, así sólo puedan tocarlo. No me queda claro, veo esa imagen aunque sin definirla…
Caminante solitario pateando la arena y el barro, buscando respuesta en la expedición sin preguntas, fatigado de nada y con fuerzas sin sentidos, te has de hacer un malagradecido con tu rotunda y escasa vida plena de intentos fallidos. Respiro tu aroma, te siento aunque sé que existes aquí no te veo...
Retrospectiva se hace protagonista al perderme en lo senderos, de sentir mis pies sedientos del avance y aburridos de caminar en espirales, de toparme con pasquines mal confabulados hablándome de ti en idiomas ancestrales, poco comprensibles aunque muchas veces directos, las frases se vuelven una completa burla de lo que pensé fuiste un día. Siento tu frescura suavizando mis mejillas, aunque no puedo divisar tu energía...
Para qué te lamentas y deseas volver a nacer, si esta vida es la que te hizo un ser, quien te hace vivir sin tener nombre y aun así ser reconocido. No desprecies tu suerte, pues es el resultado de tus caminos recorridos. No busques el perdón en las rocas, ellas cuando mucho lloran sin censura. No desprecies la brisa de un nuevo amanecer, pues no siempre es distinto, invariablemente tropiezas con el mismo sol cada amanecer de tú vida, nada se renueva, se reinventa.
Dicen que los ojos son las ventanas del alma, concuerdo con esa idea, por más diáfana que te presentas, aun en ti me reflejo y me hace concertar que la mejor bienvenida es de nuevo una sonrisa sin ataduras ni espinas, no puedes fatigarte de querer sonreír, no debes excluirte de sentirte bien.

Gracias manantial, pues de no haberte encontrado sin duda no habría eliminado el polvo sembrado en mis ojos, que me hacían ciego de mi sonrisa y poco entendido de mis oportunidades. Sin duda el sol sale cada vez que necesitas calor. Si la sequía se apodera de tus sueños, la lluvia llega como agüita fresca.
Preparado para hacer camino de nuevo, con mochila en hombros y deseos en el pecho, aderezado por ese eterno suspiro de grandeza que reposa en mi cabeza. Nunca es tarde para quitarte el polvo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario