De las artes; de la ciencia; de la convivencia, las letras fluyen y generan sentimientos diferentes, tanto como de humanos esta colmado este planeta. Mil escribas se han de interesar en transmitir sus quimeras en los diferentes soportes, pues sólo así serán capaces de trascender, de no morir y dejar la huella perfecta que se fijará en la historia.
Escriben de amores; de desamores; de euforias; de pasión. Se sostiene un monólogo de sensaciones, único e ineludible.
Quien ha tropezado con el amor ha de sentir en un momento la necesidad de plasmar ese amor, tratar de siluetear con los morfemas sus mágicas vivencias. Para enamorar somos capaces de liberar las toxinas del amor en palabras, sencillas, cóncavas y directas al corazón de los entendidos; muchos han de ser poco comprendidos, otros tantos no son valorados, sin embargo, alguien en un momento hará resonar el sortilegio con esas palabras.
Nunca se debe escribir para alguien, debes escribir para todos; ese producto es para la humanidad y debes dejarlo volar.
Por desamor las obras son afiladas cual espada se clava en las arterias del corazón y te hacen delirar en el dolor, dolor adictivo, poco interpretado y morboso. Muchas letras son de dolor, somos seres que nos place padecer.
Euforias, sentimientos de explosión, fuegos artificiales en el pecho, de glorias y triunfos; triunfos materiales y muchas veces efímeros, se escribe para no buscar el despegar de las letras.
Por pasión Shakespeare, fue el más grande escritor. Por pasión Neruda se desnuda. Por pasión se logra amar de verdad; como en Romanos 13, el amor puro indestructible, sólo percibido por los que han de alcanzar las estrellas.
Yo escribo por amor a la soledad, a lo oscuro; a lo imposible, pues sólo así podré comprender y disfrutar lo que por añadidura me es otorgado. De amores he aprendido; de desamores he comprendido, de euforias he vivido y de pasión es mi corazón.